Tarde de llovizna gris, pero el sol está en ti. Hundido en tu regazo. Tejes y tus manos son dos lirios al amor, reposo en tu cansancio. Ven, te quiero ver andar, silencioso y frutal. Adagio de la espera. Ven que el tiempo es de los dos y por gracia tendremos primavera. Si eres pan que floreció en la mesa del amor y el vino de tu sangre es savia. Si tu aliento en el cristal, es cielo abierto al sol, la luz en tu regazo canta. Ven que este tiempo es de los dos y es gracia por nuestro amor

7.5.14

Puede que.

El sol de la mañana entraba por la ventana semi abierta como buscando alguna piel en que posarse y allí morir, y vivir. La casa estaba vacía. No había ningún sonido que indicase la presencia de alguien. Sólo el goteo de la canilla del baño que marcaba intempestivamente el tiempo. Uno, dos, tres, cuatro. Y vuelta a contar.
Por mi cabeza pasó el hecho de que tenía que levantarme para comenzar un día ya bastante avanzado en horas. Los recuerdos de la noche sobrevolaban en la habitación. Una noche agitada, envuelta en penumbras de errantes pesadillas, casi ya, amigas de la casa.
Me levanté, puse el agua en la cafetera para que una taza de café recompusiera mis ganas de seguir en la cama y borrara, aunque sea un poco, las ojeras que marcaban mis ojos. No había visto mi cara aún, pero sabía que allí estaban. Visitantes inoportunas.
Me miré al espejo, cepillé mis dientes, lavé mi cara con la esperanza de que el panorama pudiera cambiar para algo mejor. No mucho finalmente.
Volví a la habitación y me senté en la cama observando cómo los rayos de un fuerte sol golpeaban con rudeza las paredes blancas como queriendo traspasarlas.
El sonido de la cafetera me despertó de mi ensueño. Me senté a tomar un café, leyendo el diario que el diariero dejó temprano por la mañana en la puerta de mi casa. Pasaba las hojas como si no me importara lo que estaba pasando. Las noticias eran iguales a la de todos los días, sólo cambiaban figuritas y algún par de caracteres más o menos que la mañana anterior.

Las cosas no cambian mucho de un día a otro, las mañanas pueden ser soleadas o nubladas, la casa puede estar vacía o llena, la canilla puede estar bien cerrada. Cero. Puedo no levantarme o levantarme con más ganas. Puedo no tener pesadillas, puedo tener buenos sueños o no recordarlos. Puede que no haya café y tome té. Puede que no tenga ojeras.
Puede que en las noticias haya más muertos que ayer, que dejen de ser manipuladas por grandes corporaciones que lavan sus culpas y su dinero. Puede que finalmente digan la verdad. Puede que dejen de desinformar.

Todo puede. Hay que dejar que "puedan"

Amor rojo

Levantá la vista. Mirá.

Algo dentro tuyo está ahí afuera, esperando a que te decidas.

Decidite. Ya.


Quién te acompañará en un rumbo incierto de melancolías, de tristezas y abrazos que nunca se terminaron de dar. Quién.

Ahí está, alcanzalo, no lo sueltes.

Es él, lo que siempre quisiste, alguien como vos. Alguien como vos.

No lo sueltes, no dejes que se vaya, seguí sus pasos a la par, no lo subestimes, no lo ahogues y él va a estar ahí para vos, como siempre, y quién sabe si siempre.

Te quita el peso que te deja sin aire, despeja tu mente de nubarrones, te crea sonrisas y momentos. Te abraza. Su amor te abraza (y te abrasa).

Es tu espejo y refleja lo que sos, suele ser duro aprender. Pero aprendiste, mujer, que primero estás vos y después el resto del mundo. Él te lo enseñó, no lo defraudes.

Querelo, amalo, siempre.