Tarde de llovizna gris, pero el sol está en ti. Hundido en tu regazo. Tejes y tus manos son dos lirios al amor, reposo en tu cansancio. Ven, te quiero ver andar, silencioso y frutal. Adagio de la espera. Ven que el tiempo es de los dos y por gracia tendremos primavera. Si eres pan que floreció en la mesa del amor y el vino de tu sangre es savia. Si tu aliento en el cristal, es cielo abierto al sol, la luz en tu regazo canta. Ven que este tiempo es de los dos y es gracia por nuestro amor

1.7.12

Sonrisa

Te miro y te miro. Y no me canso de mirarte. Te extraño, te olvido y vuelvo a caer. Yo no se qué pasa. Pero creo que corro peligro. Peligro no de muerte. No de desaparecer. Peligro de dolor, de frío, de abatimientos. De perder, de ganar, de desafiar y volver a caer. Caer. Y no poder levantar los ojos, otra vez.
Y hoy, pasa que me preocupo. Y no debería. Y es que ya causas algo cuando no estas. Más poderoso y fuerte aun, que cuando estas. Y eso, duele.
Y más duele decirte que tu sonrisa ha cambiado.
Triste. Pero... Es lo que nos toca. Supongo.
Y decidí que es mejor, no hacerme problema. Que si realmente me necesitas como yo he descubierto que te necesito, vas a venir porque sabes que yo no te voy a cerrar la puerta.
Duele que hayas cambiado. Pero yo no puedo. Ni tampoco voy a cambiar por vos.

12.5.12

Ya el invierno me alcanzó sin gamulán

Hubo una vez un tiempo en el que solo salía a caminar para ver si llovía. Podrá parecer muy raro, pero casi siempre que me predisponía a cerrar la puerta con llave, el sol comenzaba a ocultarse lentamente tras alguna loca nube que pasase por ahí. Y al discontinuar un paso tras de otro, muy aletargadamente comenzaban a sentirse las gotas de agua clara que caían en picada desde el cielo buscando refugio en el suelo seco o en alguna canaleta oxidada de algun caserón.
Era algo extraño, si. No lo habría de negar pero no entendía por qué pasaba. Siempre era así hasta que un día decidí que iba a salir a caminar, pero que al salir lo haría de espalda. Y si tenía que caminar, tambien lo haría de espalda. Y asi fue que lo hice. ¿El resultado? Diluvió.
Lo normal para mi se convertía en un desastre sin competencia para mis cansados vecinos que debían empujar sus autos por el barrial en donde quedaban atascados sus viejos autos y de las vecinas que difamaban que sus pisos siempre estaban marcados por las suelas de los zapatos de sus maridos e hijos, y las señoras mayores ya no tenían que regar las plantas, ya no más. Y eso les molestaba.

¡Qué triste que algo tan lindo como la lluvia se haya convertido en algo tedioso y molesto! Yo no llegaba a comprender por qué llovía cuando salía a caminar, pero más me disgustaba que a mis vecinos les disgustase la lluvia. Recuerdo que mi madre me decía siempre: ¡Llevate un paraguas, te vas a empapar! Es solo agua mamá, le respondía. Y ahi quedaba chinchuda sentada en la mesa del comedor mientras miraba el noticiero de las siete de la mañana.
Siempre así, salía a caminar y llovía. Un día mi hermano me trajo un regalo. Un gamulán nuevo para el invierno. Uno muy lindo, de color azul marino. Daba envidia a cualquier gamulán. Sería perfecto para salir a pasear.
Una tarde, decidí estrenar el regalo en un paseo por el centro de la ciudad. Saldría a caminar, por lo que me traje conmigo un paraguas ante la inminente posibilidad de lluvia. Cerré la puerta con llave e instintiva e instantaneamente abrí el paraguas. Pero ante mi sorpresa, no sucedió nada. Nada de nada, no llovió, ni el sol se escondió. Y es desde ese día que no llueve por acá.. muchos vecinos me echan la culpa. Yo los ignoro. Ahora solo me queda caminar, ya no para ver si llueve, sino para hacer que llueva.

18.3.12

Hoy más que nunca, SIN CRISIS NO HAY DESAFÍOS.

Ni san ni sa, ni brisa ya corre en mi nube de algodón. Ni los, ni nos, ni vos ni yo, debemos cargar esta cruz. Comprender, aceptar, hicimos nuestro camino al caminar y hoy decidimos frenar acá. No vamos al mismo lugar.
Traté de hacer a mi bien tu bien y ves bien que me salió mal, no acostumbro a fracasar.
Dijiste hasta acá, ya fue, me voy, mi vida no está junto a vos. Ya me cansé que te de igual si soy feliz o no lo soy. Comprender, aceptar, parecía tan fácil como sumar tu amor y mi lealtad; mi ternura y tu amistad.
A veces Martes y Venus se llevan mal. No es cuestión de maldad, es duro aprender a amar. Y acá estoy despidiéndome mascando tu rencor lo se.
No me quedó más que aceptar, soy tan culpable como vos (¿?). Yo también dejé de regar la flor de la superación.
Comprender, aceptar, prometiste cuidarme sin importar y hoy ya no importa mi bienestar, lo importante es tu ansiedad.
Regió mi vida el azar una vez, ¿sabés? No me gusta apostar, siempre me tocó pagar.
Yo me propuse superar tu ausencia a pesar del dolor. VOS PREFERÍS NO ANALIZAR, SEGUÍS EN BUSCA DEL AMOR.
Comprender, aceptar, por más gotas de sal que le robe al mar, por más flores que un rosal, hoy nos toca despegar.
Por más gritos de paz, por más soledad, que hoy castigue mi voluntad, por los dos ya no va más.
Y acá estoy despidiéndome, mascando tu rencor lo se. Estoy confiando que el tiempo nos dirá qué hacer. 
Y acá estoy despidiéndome, mascando tu rencor lo se. Estoy confiando que el tiempo nos dirá que así estuvo bien.


*Crisis. Las Pastillas del Abuelo

                                                                            

16.3.12

Home

¿Qué hay ahí abajo? Que no se ve nada, que está oscuro, que la neblina lo tapa todo.
¿Quién grita ahí abajo? Que se escucha, que entristece, que da nostalgia.
¿Quién llora ahí abajo? Que lo ayudo, que le tiendo la mano, que no hago nada.

¿Quién se ríe ahí abajo? Que me miente, que se burla, que me engaña.
¿Quién se quiebra ahí abajo? Que le falla el pulso, que respira, que se asfixia.
¿Quién es el de ahí abajo? Que fue, que nunca fue, que algún día será

























¿Te conozco? Si, no, no sé. Estamos en casa

14.3.12

Y la clavé no más.

 Viste, eran de esas noches en las que uno va resignado a que la vida le haga una mueca. Vida, sonreíme. Tirame un centro, que yo hace rato vengo tomando carrera para clavarla en el medio del ángulo, donde nadie la puede llegar a agarrar.
 Venía pateando cascotes, de a dos en dos, de a tres en tres, de puñado de piedras en puñado. No había pero nadie en la calle. No sabía qué onda, no debían ser más de las once. Apenas se veía un cacho más atrás, la luz de algún que otro auto en la ruta. Pero yo le huía al pueblo, me estaba yendo de ahí. A algún barcito que pudiese encontrar donde tomar algunas copas, o simplemente mirar. Sentarme a fumar y mirar la gente pasar. Y así, hasta el amanecer.
 Y quién iba a decir que ahí te iba a encontrar. Un pequeño consuelo que calmase mi dolor, mi agonía. No por completo, pero si que aplicara un poco de paños fríos a ese "vi luz y entré"
 Esta vez voy saltando, si no caigo mal, tendré suerte.
 La radio pasaba una y otra vez la misma canción como si el destino me insistiera que esta era la chance que tenía de cabecear. Pensé seriamente en dejarla pasar solo por si había sido condescendiente conmigo. Entraste al bar y me viste, me encontraste.
 Te volví a ver, esta vez fue más detenidamente. En el mismo lugar, en la misma puerta, siempre sentados, yo fumando, vos contando el por qué estabas ahí, quién te había herido y de quién pensabas ya no querías volver a ver.
 No me habías elegido, solo estábamos ahí por pura casualidad, por haberse visto una noche y fumar, tomar algo. Hablar.
 Y si al escenario subimos esa noche los dos, también fue casualidad. Vos con la guitarra, yo con las ganas de llorar. Me gané unos pesos, que no me dejaste compartir con vos, pero que como en recompensa te compré una cerveza más fría que helada. Y  me obligaste a sentarme ahí, y tomarla los dos. No hablamos porque no fue necesario. Las miradas bailaban y las sonrisas entre bambalinas también.
 ¿Y si caminamos? No querido, me duelen los pies de tanto caminar ya. ¿No podemos quedarnos sentados acá? Junto a la puerta, solo mirándonos. Mientras una colilla se va detrás de otra y se encuentran en el piso.
 ¿Y si amamos? No querido, me duele mucho el corazón para esos trotes.
 ¿Y si sonreímos?.. ¿Solo por sonreír? ¿Y por qué no?

 ¿Ya te vas? No me decepciones. Porque no se si podría soportarlo otra vez. Chau loco, no me queda otra.
 ¿Puedo ir con vos? Es un camino para uno solo.
 ¿Y no se puede bifurcar? Sería hacer dos por separado... Pero loca, lo podemos volver a unir.
 ¿De dónde sos? ¿A dónde vas? ¿Te puedo acompañar?
 No interesan ya tantas preguntas, tiro el último cigarrillo y empiezo a caminar. Fue bueno mientras duró.
 Pero no me escuchó, los pasos detrás mío sonaban mejor.