Abrió los ojos, ansiando que un nuevo día empiece. No veía la hora de despertar. Sudado, estaba harto del sueño. Totalmente adormecido, se levantó. Se desperezó con la intranquilidad característica de una noche agitada. No pudo dormir muy bien, después de todo, despertando entre malos sueños, totalmente exasperado y viendo que las agujas de su reloj despertador no avanzaban. La noche se extendía y el día se hacía esperar.
No lograba recordar qué fue lo que había soñado con exactitud, no tenía recuerdos claros de lo que había pasado, pero sabía que lo había alterado y por demás.
Salió de la cama con pesadez y arrastró sus pies, desganado, hacia la habitación contigua. Abrió el grifo y llenó sus manos de agua la cuál llevó a su cara. El agua, más helada que una tarde invernal, despertaron sus poros y sus células se activaron. Un vistazo rápido en el espejo. Ver su reflejo hizo que notara su cada vez peor apariencia. El pelo desgarbado era algo ya, "normal", pero había algo debajo de sus ojos. Dos manchas negras propias ya de su rostro. La oscuridad en sus ojos, le había privado de manera casi definitiva el brillo de sus pupilas. No tenía un buen aspecto, eso había que decirlo, más bien su estado delirante era más acercado a una especie de zombie moderno.
Y aún así, no podía hacer nada. No por lo menos hasta que acaben los sueños
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