Hace unos meses que caí acá en la gayola. Una injusticia. Me culparon de un robo que no cometí. Me dijeron que me había robado un cuero marca Correa, que lo encontraron abajo del catre que mi tata me había dado cuando me casé con la vieja. Si habré dormido miles de noches con ella ahí y otras mil afuera con el perro Cachira por llegar borracho.
No puedo creer, el daño que le hice, a pesar que de esto soy inocente, tal vez estoy pagando con creces todas las noches que volvía del bar, con unas copas de más, medio mamado y me desquitaba de la pobreza, del hambre y la mala suerte con ella. Tan delicada.
Y también, como extraño a mi pibe. Ese que se fue un fin de año y nos dejó; a mi y a mi vieja solos como dos perros. Todavía no quiero (ni puedo) entender por qué se fue, pero lo hizo por su bien, según él.
Se que no me van a tener acá por mucho tiempo. Espero volver pronto a mi rancho, volver a ver al perro flaco. A la vieja y a la miseria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario